Dulces Párrafos ADIVINA QUIÉN SOY



-¿Te gusta la canción? -pregunta.
-Sí -respondo, con un hilo de voz.
Dylan me aprieta más contra él y añade:
-Mi madre siempre decía que cuando uno está feliz, escucha música, pero que cuando está triste o desesperado, entiende la letra de la canción.
Estoy de acuerdo. Su madre tenía más razón que un santo.


-Podemos jugar a roles, ¿quieres? -No se mueve y yo continúo-: Tú eres un inocente hombre que trabaja en este almacén y yo una exigente conejita que te persigue para tener sexo caliente y morboso contigo. ¿Qué te parece?
Mi propuesta, cargada de locura, sexo y desenfreno, noto que lo sorprende y le gusta. Sonríe el muy ladrón y, finalmente, responde:
-De acuerdo, "conejita".
¡Lo he conseguido!


-Di lo que tengas que decir. Vamos... atrévete...
Plan A: se lo digo y quedo fatal.
Plan B: me callo y él se cree que le tengo miedo.
Plan C: ¡paso de él!
Como dice mi abuela Nira, "No hay mejor desprecio que no hacer aprecio".
-Ay, Dios bendito, Anselmo -protesta la Tata-, ¿quieres hacer el favor de dejar de agobiar a Yanira?


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