No se pueden prolongar las cosas para siempre. En algún momento, te quitas la tirita y te duele, pero luego se te pasa y te sientes aliviado.
Te pasas toda la vida atorado en el laberinto, pensando en cómo vas a escapar de ahí un día y qué fabuloso será; imaginar ese futuro te mantiene con vida, pero nunca te escapas. Solo utilizas el futuro para escapar del presente.
Llega un momento en que nos damos cuenta de que nuestros padres no se pueden salvar a ellos mismos ni salvarnos a nosotros, que a todos los que navegan por el tiempo, tarde o temprano, la corriente los arrastra hacia el mar, y que, en pocas palabras... todos nos vamos.
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