Dulces Párrafos EL BESO DEL INFIERNO

-¿Quieres probar? -Volvió a inclinarse hacia delante, y sus labios rozaron la curva de mi mejilla-. Déjame que te sugiera lugares más apropiados. Tengo un piercing en...
-¡Para! -Aparté la cabeza hacia un lado-. Así que ahora eres un pervertido, además de un demonio y un acosador.


-Ya sabes lo que dicen sobre los primeros besos.
-¿Que te arrepientes de ellos?
Su sonrisa se desvaneció.
-No. Iba a decir que nunca los olvidas.


-No deberías mirarme de ese modo -murmuró.
Una clase diferente de calor me inundó las mejillas, y me aclaré la garganta.
-No te estoy mirando de ningún modo.
Me dirigió su habitual sonrisa torcida.
-Sé lo que estás pensando.
-Ah, ¿sí?
[...]
-Para que lo sepas, tu virginidad no está a salvo conmigo. Así que cuando tengas cara de querer que devore cada centímetro de tu boca, lo haré sin una pizca de remordimientos. Sin embargo, dudo que tú sientas lo mismo después.


Teniéndolo tan cerca era difícil pensar en una buena mentira.
-Me pones nerviosa.
Esa sonrisa suya se extendió lentamente por sus gruesos labios mientras se incorporaba, dejando poco espacio entre nuestras bocas.
-Deberías estar nerviosa.
-Eso es muy reconfortante.


-Me perdí por completo en el momento en que te encontré.

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