-Oh, vamos, seguro que no es la primera vez que ven a una mujer mordisqueando el cuello de un hombre.
Por una vez, tuve la sensación de haberle dejado sin palabras. Will parpadeó un par de veces e hizo ademán de negar con la cabeza. Noté, divertida que tenía el cuello sonrosado.
Me alisé la falda.
-En cualquier caso -dije-, creo que los dos deberíamos estar agradecidos de que no fuera la etiqueta de los pantalones.
[Will]
-Es que... no aguanto pensar que te vas a quedar aquí para siempre. -Tragó saliva-. Eres demasiado inteligente. Demasiado interesante. -Apartó la mirada de mí-. Solo se vive una vez. En realidad, es tu deber que sea una vida plena.
-¿Y sabes qué? Nadie quiere oírme hablar de esas cosas. Nadie quiere que hable de tener miedo, o del dolor, o de sentir miedo a morir por cualquier estúpida infección. Nadie quiere saber qué se siente cuando sabes que nunca más volverás a acostarte con alguien, que nunca más vas a comer algo que tú mismo has cocinado, que no podrás abrazar a tus hijos. Nadie quiere saber que a veces siento tal claustrofobia, atrapado en esta silla, que me entran ganas de gritar como un loco al pensar que voy a pasar otro día así. Mi madre pende de un hilo y no me perdona que aún quiera a mi padre. Mi hermana me guarda rencor porque una vez más la he eclipsado... y porque mi lesión significa que no puede odiarme de verdad, como cuando éramos niños. Mi padre solo quiere que todo desaparezca. Al final, todos quieren ver el lado bueno. Necesitan que yo mire el lado bueno.
Hizo una pausa.
-Necesitan creer que existe un lado bueno.
Parpadeé ante la oscuridad.
-¿Yo también lo hago? -dije, en voz baja.
-Tú, Clark -se miró las manos-, eres la única persona con la que siento que puedo hablar desde que acabé en esta maldita silla.
-¿Sabes qué?
Me habría pasado toda la noche mirando su cara. Las arrugas que se le formaban en el contorno de los ojos. El lugar donde el cuello se unía al hombro.
-¿Qué?
-A veces, Clark, tú eres la única razón que tengo para levantarme por las mañanas.
[Louisa]
-Lo sé todo, Will. Lo he sabido durante meses. Y, Will, por favor, escúchame... -Tomé su mano derecha entre las mías y me la acerqué al pecho-. Sé que podemos con esto. Sé que no es lo que tú habrías escogido, pero sé que puedo hacerte feliz. Y solo puedo decir que tú me haces..., tú me haces ser alguien que ni siquiera había imaginado. Me haces feliz incluso cuando me tratas fatal. Prefiero estar contigo, incluso con ese tú que a ti te parece tan poca cosa, antes que con cualquier otra persona del mundo.
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