-[...] Es normal ensuciarte cuando plantas.
Los labios le temblaron un instante.
-Hay muchas maneras de ensuciarte. Aunque no tengo la intención de mostrártelas.
Y seguro que las conocía todas perfectamente. Sentí que las mejillas me ardían y que aquel calor me bajaba por la garganta.
-Prefiero revolcarme en estiércol antes que en cualquier lugar en el que duermas tú.
Los labios le temblaron un instante.
-Hay muchas maneras de ensuciarte. Aunque no tengo la intención de mostrártelas.
Y seguro que las conocía todas perfectamente. Sentí que las mejillas me ardían y que aquel calor me bajaba por la garganta.
-Prefiero revolcarme en estiércol antes que en cualquier lugar en el que duermas tú.
-Pues claro; no le gustan las chicas guapas que están coladitas por mí.
-¿Qué? -En ese momento tropecé con una raíz, pero Daemon se las apañó para agarrarme justo a tiempo para no caerme. Aquel breve contacto hizo que sintiera un intenso hormigueo a través de la ropa. Sus manos se demoraron apenas unos segundos en mi cintura antes de soltarme-. Estás de broma, ¿no?
-¿A qué te refieres? -preguntó.
-¡A todas!
-Venga ya. No me digas que no sabes que eres guapa. ¿No te lo ha dicho ningún chico antes?
-¿Qué? -En ese momento tropecé con una raíz, pero Daemon se las apañó para agarrarme justo a tiempo para no caerme. Aquel breve contacto hizo que sintiera un intenso hormigueo a través de la ropa. Sus manos se demoraron apenas unos segundos en mi cintura antes de soltarme-. Estás de broma, ¿no?
-¿A qué te refieres? -preguntó.
-¡A todas!
-Venga ya. No me digas que no sabes que eres guapa. ¿No te lo ha dicho ningún chico antes?
-Creo que ya lo entiendo.
-¿Entender el qué? -pregunté en un susurro.
-Me gusta ver cómo te sonrojas. -Su pulgar me acariciaba la mejilla y su voz era apenas un murmullo.
-¿Entender el qué? -pregunté en un susurro.
-Me gusta ver cómo te sonrojas. -Su pulgar me acariciaba la mejilla y su voz era apenas un murmullo.
-Cada vez que mientes, te pones roja.
-No...
No era la respuesta más elocuente que había dado en mi vida, pero era lo mejor que se me ocurrió en aquel momento.
Deslizó las manos pared abajo y las detuvo junto a mis caderas.
-Yo creo que piensas en mí todo el tiempo. Sin parar.
-Estás mal de la cabeza. -Me apreté contra la pared. Casi no podía respirar.
-Seguro que hasta sueñas conmigo. -Bajó la vista hacia mis labios y sentí que se despegaban-. Seguro que escribes mi nombre en tus libretas, una y otra vez, rodeado por un corazoncito.
Me reí.
-En tus sueños, Daemon. Eres la última persona a la que...
Daemon me besó.
-No...
No era la respuesta más elocuente que había dado en mi vida, pero era lo mejor que se me ocurrió en aquel momento.
Deslizó las manos pared abajo y las detuvo junto a mis caderas.
-Yo creo que piensas en mí todo el tiempo. Sin parar.
-Estás mal de la cabeza. -Me apreté contra la pared. Casi no podía respirar.
-Seguro que hasta sueñas conmigo. -Bajó la vista hacia mis labios y sentí que se despegaban-. Seguro que escribes mi nombre en tus libretas, una y otra vez, rodeado por un corazoncito.
Me reí.
-En tus sueños, Daemon. Eres la última persona a la que...
Daemon me besó.
-¿Dónde has estado? -pregunté con una voz demasiado chillona.
[...]
-Hola, cariño. Pues mira, me he ido de fiesta y de putas. Ya sabes que me gusta desfasarme.
Apreté los labios.
-Gilipollas -dije entre dientes.
[...]
-Hola, cariño. Pues mira, me he ido de fiesta y de putas. Ya sabes que me gusta desfasarme.
Apreté los labios.
-Gilipollas -dije entre dientes.
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