Dulces Párrafos CRESCENDO


-Te quiero -murmuré-. Te quiero más de lo que creía posible.
Esperaba que respondiera, pero en vez de hacerlo me abrazó estrechamente, de un modo casi protector. Volvió la cabeza hacia el bosque del otro lado del camino.
-¿Qué pasa? -le pregunté.
-He oído algo.
-A mí, diciéndote que te quiero -le dije con una sonrisa, perfilándole la boca con el índice.
Esperaba que volviera a sonreír, pero siguió con los ojos clavados en los árboles, cuyas ramas proyectaban sombras cambiantes al moverse con la brisa.


-Pareces celosa, Ángel. -Podría habérmelo dicho tomándome un poco el pelo pero, a diferencia de lo habitual, no estaba siendo nada cariñoso ni burlón.
-A lo mejor no estaría celosa si no me dieras motivos para estarlo -le lancé-. ¿Qué hacías en su casa?
-Me ocupaba de un asunto.
Enarqué las cejas.
-No sabía que tú y Marcie tuvierais algún asunto.


Me levantó y le rodeé la cintura con las piernas. Le vi mirar el tocador y luego la cama, y mi corazón se aceleró de deseo. Había dejado de pensar racionalmente. Todo lo que sabía era que haría lo que hiciera falta para continuar adelante con todo aquello.


Por el perfil de Marcie, vi que sonreía. Se inclinó por encima del cambio de marchas y le dio a Patch un lento y apasionado beso. Él iba a apartarse pero no lo hizo. En cualquier momento pudo haber acabado con aquel beso, pero no lo hizo.


-¿Qué haces? No puedes entrar aquí. Estoy ocupado. ¡Ésta es mi habitación!
-¿Estás mal de la cabeza? -le pregunté a Patch, colorada como un tomate.
Patch me miró.
-Tú no quieres estar aquí. No con él.
-¡A ti nadie te ha dado vela en este entierro! -Scott se me puso delante-. Deja que me ocupe de él.


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