-[...] Ay, Dios, puede que sí me haya destrozado el culo.
-Espero que no. Tengo debilidad por esa parte de tu anatomía. -Me sonrió-. Tienes la cara muy roja. ¿Estás segura de que no te has dado un golpe al caer?
-Te odio -refunfuñé.
-No te creo. -Me recorrió con la mirada, de la cabeza a los pies, y luego enarcó las cejas-. Bonitos calcetines.
-Espero que no. Tengo debilidad por esa parte de tu anatomía. -Me sonrió-. Tienes la cara muy roja. ¿Estás segura de que no te has dado un golpe al caer?
-Te odio -refunfuñé.
-No te creo. -Me recorrió con la mirada, de la cabeza a los pies, y luego enarcó las cejas-. Bonitos calcetines.
A pesar de todo eso, no me aparté. Y él tampoco. Ah, no, en realidad se estaba acercando más. Las pupilas empezaron a brillarle y parecía haberse quedado sin aliento.
-¿Tienes la más remota idea de lo que me haces? -preguntó con voz ronca.
-Yo no hago nada.
-¿Tienes la más remota idea de lo que me haces? -preguntó con voz ronca.
-Yo no hago nada.
-Vaya. Así que les gusta la privacidad, ¿eh?
-Tal vez vayan a darle un poco al mambo.
Le eché una mirada a Daemon.
-Puaj.
Él sonrió de oreja a oreja.
-Esa mujer no me pone nada. -Sus ojos se posaron en mis labios y algunas partes de mi cuerpo se estremecieron en respuesta al ardor de su mirada-. Pero ahora no puedo quitármelo de la cabeza.
Me quedé sin aliento.
-Estás más salido que un perro.
-Si me acaricias, te...
-Ni se te ocurra terminar esa frase -lo amenacé intentando contener una sonrisa. Sonreír no haría más que alentarlo, y Daemon no necesitaba más estímulos para portarse mal-. Y cambia esa cara de inocente. Sé perfectamente...
-Tal vez vayan a darle un poco al mambo.
Le eché una mirada a Daemon.
-Puaj.
Él sonrió de oreja a oreja.
-Esa mujer no me pone nada. -Sus ojos se posaron en mis labios y algunas partes de mi cuerpo se estremecieron en respuesta al ardor de su mirada-. Pero ahora no puedo quitármelo de la cabeza.
Me quedé sin aliento.
-Estás más salido que un perro.
-Si me acaricias, te...
-Ni se te ocurra terminar esa frase -lo amenacé intentando contener una sonrisa. Sonreír no haría más que alentarlo, y Daemon no necesitaba más estímulos para portarse mal-. Y cambia esa cara de inocente. Sé perfectamente...
-Te quiero.
Los ojos se le oscurecieron y un segundo después me besó hasta que me dieron ganas de mandar al diablo todo el asunto ese de "hacerlo bien".
-Eso es lo único que necesito oír.
-¿Esas dos palabras?
-Siempre esas dos palabras.
Los ojos se le oscurecieron y un segundo después me besó hasta que me dieron ganas de mandar al diablo todo el asunto ese de "hacerlo bien".
-Eso es lo único que necesito oír.
-¿Esas dos palabras?
-Siempre esas dos palabras.
-Yo no he movido la silla, gatita.
-Ya lo sé.
-Supongo que no te gustaba donde estaba, ¿no?
-Se interponía en tu camino -contesté. Todavía le rodeaba los brazos con las manos.
-Ya lo veo.
-Ya lo sé.
-Supongo que no te gustaba donde estaba, ¿no?
-Se interponía en tu camino -contesté. Todavía le rodeaba los brazos con las manos.
-Ya lo veo.
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